miércoles, 18 de mayo de 2011

Te quiero más de lo que te puedo odiar.

Voy a empezar a odiar la noche,
como odié los lugares donde no estabas.
Voy a empezar a odiar la noche,
aunque indudablemente debería dormir.
Odié el cambio de horario,
porque me daba una hora más
para pensar en ti.
Odié la lluvia porque me hacía querer
estar bajo ella contigo en mis brazos,
besándote hasta que el frío nos obligara a partir.
Comencé a odiar la luna
que inocente no tuvo la culpa,
pero te regalé y conservaste,
y me recordaba a ti,
y mientras yo me revolcaba en la cama,
tú te aparecías en mis sueños
y me invadías, me hacías sollozar,
es entonces cuando deseaba correr hasta tu casa,
como aquella noche que me dijiste que lo hiciera,
e irrumpir en tu cuarto, en tu cama,
en tus ojos y besarte en los labios,
para que con la mañana quedara olvidada
tal y como cada mañana me voy.
Es este deseo de encontrarte
y perderte tan cruelmente.
Esta salvación y destrucción que contienes,
que me hace odiarte y volverte a querer,
y querer desaparecer en tu abrazo,
en tu pecho, en tus manos,
para poder sentirme cerca de ti.
Ahora odio el tiempo que no te tengo a mi lado,
el espacio que parece insalvable
y de una u otra forma me aleja de ti.
El ocio que llena mi vida
cuando te haces invisible,
y eliges olvidarte unos cuantos días de mí,
para después volver con más fuerza,
y estrecharme, sostenerme, besarme,
y decirme que me quieres,
que te hago falta, la pregunta realmente es:
¿qué haría yo sin ti?
Probablemente ser dueña de mi pensamiento.
Probablemente en mucho tiempo no volver a sonreir.
Pero qué triste parece todo cuando no estás aquí...
Mil cosas me hacen quererte de esta manera,
aunque si me preguntaras, no sabría que decir.
Némesis... conténtate con saber que en verdad te quiero.