Voy a empezar a odiar la noche,
como odié los lugares donde no estabas.
Voy a empezar a odiar la noche,
aunque indudablemente debería dormir.
Odié el cambio de horario,
porque me daba una hora más
para pensar en ti.
Odié la lluvia porque me hacía querer
estar bajo ella contigo en mis brazos,
besándote hasta que el frío nos obligara a partir.
Comencé a odiar la luna
que inocente no tuvo la culpa,
pero te regalé y conservaste,
y me recordaba a ti,
y mientras yo me revolcaba en la cama,
tú te aparecías en mis sueños
y me invadías, me hacías sollozar,
es entonces cuando deseaba correr hasta tu casa,
como aquella noche que me dijiste que lo hiciera,
e irrumpir en tu cuarto, en tu cama,
en tus ojos y besarte en los labios,
para que con la mañana quedara olvidada
tal y como cada mañana me voy.
Es este deseo de encontrarte
y perderte tan cruelmente.
Esta salvación y destrucción que contienes,
que me hace odiarte y volverte a querer,
y querer desaparecer en tu abrazo,
en tu pecho, en tus manos,
para poder sentirme cerca de ti.
Ahora odio el tiempo que no te tengo a mi lado,
el espacio que parece insalvable
y de una u otra forma me aleja de ti.
El ocio que llena mi vida
cuando te haces invisible,
y eliges olvidarte unos cuantos días de mí,
para después volver con más fuerza,
y estrecharme, sostenerme, besarme,
y decirme que me quieres,
que te hago falta, la pregunta realmente es:
¿qué haría yo sin ti?
Probablemente ser dueña de mi pensamiento.
Probablemente en mucho tiempo no volver a sonreir.
Pero qué triste parece todo cuando no estás aquí...
Mil cosas me hacen quererte de esta manera,
aunque si me preguntaras, no sabría que decir.
Némesis... conténtate con saber que en verdad te quiero.
Este blog esta abierto a la opinión, es un blog de pluralidad. Se enfoca a temas de tipo artístico, cultural, filosófico, político y social.
miércoles, 18 de mayo de 2011
domingo, 24 de abril de 2011
La diversión de hoy en día.
El microcosmos pende de tu cabeza, y eres parte de él porque te mueves entre los cuerpos sudorosos. Millares de espejitos reflejan luces provenientes de partes inciertas, asemejan estrellas, pero no se acercan. Las pisas, te atraviesan, te ciegan, las sigues; luces que prenden y se apagan al compás de un ritmo que hace retumbar el agua de tu cuerpo, construyendo ondas que se estrellan en las paredes cubiertas de gamuza y los barandales manchados de alcohol o vómito humano.
Roces de piel. Tacones enterrados en los pies. Respirar aliento ajeno mientras manos desconocidas te tocan. Alguna mirada que tienes la suerte de encontrar antes de que se apaguen de nuevo las luces, entonces recuerdas que eres humano.
Parejas en los rincones. Baños de euforia. Transpiración de deseo y lujuria. Faldas alzadas o manos en senos. Besos vacíos con condones de por medio, no como los que yo te hubiera dado.
Brincas, deambulas, callas y gritas. Tomas, lloras, ríes y empujas. No importa qué pase, terminas siendo uno más en ese ambiente, terminas chupado por la masa olvidando quién eres; la situación perfecta para ya no pensar en ti. Pero los veo, veo a aquellas personas susurrantes que se dicen cosas al oído, a mis amigos bailando, inspeccionando su alma, desconocidos que comparten una copa y regalan sonrisas… y todos regalamos sonrisas… entonces es un baile de antifaces y sonrisas, de personas con sonrisas que han perdido su identidad y se reúnen a ser pisoteados en la pista principal.
Muevo mi cabeza como para echarte por uno de mis oídos, levanto mis brazos para sentir el ritmo, pero en realidad es para rogar a lo que esté allá arriba que seas mío. Mi cadera se bambolea y golpea otras caderas, es como si fuéramos vacas o caballos, cerdos tal vez; no importa, pero tú sí. La vida era una antes y después de ti, y ahora que todo está perdido, limpio mis lágrimas que salen con el guitarrón y violín de un mariachi. Mi voz desearía alzarse implorante como el agudo aullido de la trompeta, pero callo y muerdo, muerdo mi labio para no gritar, y con la máscara de dolor lloro silenciosa, lloro el amor.
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Sí. No. Sí. No… ¿Te gusta jugar? A ella también. A él también. Ambos juegan a quererse, a que significan mucho uno para el otro. El problema viene cuando el cariño es real y las habitaciones apartadas no bastan.
Él tiene el cerebro conectado al pene, como un cualquiera; escoria danzante que gusta de sentir las voluptuosidades de las demás mujeres en la pista de baile. En cambio, ella es peligrosa, no porque use tacones de diámetro de aguja que podrían sacarte los ojos, sino porque posee armas poderosas: copa “C” adornada de ideales, la fuerza e inteligencia representadas en la mujer, la belleza del alma que se tiñe de alcohol, de deseo, de comida mal refrigerada que imita el agrio sabor del desamor.
“¡Que te quiero chingada madre!”. Y sólo él pudo escucharla en aquella habitación minúscula, diseñada especialmente para lo que ellos fueron a hacer, y su verdad fue opacada por los bajos de las piezas que nadie conoce, pero que todos bailan porque no hay nada mejor que hacer.
Huida. Huida perpetua de él, del amor, del dolor que trae el amor, del desamor; sin embargo vive enamorada del amor, negándolo. Huye mientras puedas porque pronto te alcanzará, se deleita viendo tu huida, es como un juego de niños, tan inocente.
Se conocen en la intimidad. Se conocen con las cremalleras abiertas, ansiosas de tacto ajeno. Se conocen por obra del Estado, de manos rojas que se esconden entre los cabellos, atrayendo los labios que tanto quieren besar. Te quieros ahogados en la garganta, de ella; eyaculaciones contenidas en los conductos seminales de él, ¿quién ganara? Cualquiera puede hacer sus apuestas; hoy en día vale más el dinero, por eso nos quejamos tanto: por la atención, decíamos que habíamos pagado bastante como para no obtener un lugar decente. No importa, ella lo disfrutó.
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Su rostro. Su rostro es el que desearía ver, pero es difícil buscar cuando las luces están apagadas. Sube a los balcones, escudriña la pista principal, busca entre las barras de bebidas, tropieza con los escalones y se expone a golpear su rodilla contra alguna mesa, a ser golpeado en el rostro por un vaso de alcohol. No se da cuenta pero está en medio de un sueño, un sueño fláccido que en cualquier momento se romperá por un repentino empujón. Sin embargo, la busca.
Tantos días la ha abordado; su cuerpo experimenta reacciones extrañas ante su presencia. Repentinamente se ve bogando a ella con cada canción que escucha, y la respuesta se mantiene flotando, contemplativa, mientras un halo de desesperanza y tristeza cubre todos los intentos. Pero hoy, hoy podría ser su noche, es por eso que la busca.
Se ve interrumpido ¿quién es ella? ¡Ah! Ya recuerda, piel morena, una amiga. Tiene grandes ojos y aunque no lo parezca, él sabe cuántos hombres se han perdido en esos tan famosos ojos de hindú, sin embargo, decide acompañarla. Bailan. Saborean la bebida de los vasos estrellados que tantas lenguas y manos han cortado. Bajan poco a poco metiendo su rodilla casi hasta rozar el sexo del otro, los demás danzantes se hacen gigantes y ellos unos enanos que gustan de bailar en cuclillas.
“Sólo es diversión, nada serio. Me conozco”, me dijo, pero yo no podía evitar querer prenderle fuego a esa muñeca de madera. En fin, él seguía bailando y sonreía, al menos sonreía en su compañía y parecía ya no pensar en aquella otra chica que tantas de sus mañanas, noches y tardes había ocupado. ¡Qué demandante es el amor! Él lo sabe, es por eso que ahora quiere diversión. Piel morena es sólo diversión y él navega con nueva bandera… ¿será la solución? Qué importa, está en un antro, aquí se viene a bailar, beber y coger, no a pensar en asuntos de Estado.
Tantas chicas que han existido en su pensamiento, en su corazón. ¿Quién será la correcta? ¿Quién será aquella que le dé lo mismo que él está dispuesto a dar? ¿Quién será aquella que lo merezca? Y baila, baila como si bailando fuera a descubrir la respuesta. Piel morena se encuentra enfrente, no se despega, se agradan pero nada más, una diversión él dijo y nada más. Mientras tanto sigue bailando porque así conservas tu libertad; libertad que ahora más que nunca necesitas para poder izar por completo tu bandera y navegar viento en popa.
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¡Perfecto! La que apenas conocemos se ha ido, y se le concedió una magnífica oportunidad a ella. Lo acompaña para “buscarla”, pero todos sabemos que está loca y se ha ido. Unos días a su lado fueron suficientes para plantar la semilla del amor. Ella se jactaba de ser un molusco (aunque no con esas palabras), pero mírenla: fue presa del amor, de su sonrisa, de su cabello, de él.
Sin resultados satisfactorios ellos emprenden el lento peregrinaje a la pista de baile. Se juntan, brincan y se gritan frases de canciones que por un momento se quedan suspendidas en el aire: “you make me feel, like I’m the only girl in the world…”, y al darse cuenta de su significado apartan los ojos y caen precipitadas al suelo. Bailan sobre ellas, pero no pueden evitar esta extraña empatía. Yo los veo, los demás los ven, desconocidos los ven y saben que entre ellos hay algo, lástima que ya había germinado en él la toxina del amor.
Ella se mueve por una fuerza externa. No. En realidad es interna, pero no sabe qué la origina. Tal vez provenga del hecho de estarlo contemplando, tal vez es él quien la impulsa a hacer tantas cosas y por eso este baile significa tanto. Ella alza sus brazos, no la puedo ver, pero sé que lo está haciendo, en algún momento de la noche todos alzamos nuestros brazos. Grita. Ella le sonríe y siente como las pulsaciones de la música, las suyas y las de él se combinan en una misma. Dance it.
Se pierden, y no por ebrios. Se pierden entre la demás gente, ¿tienen miedo de que los veamos? Tal vez, es comprensible. Muchos de los que vinimos esta noche a bailar y hacer cosas que no haríamos a plena luz de día, nos metimos en este ambiente de perdición por miedo a la crítica: es más fácil escudarse con alcohol y oscuridad que con verdad. Da igual, ellos bailan y se miran. Las luces del antro centellean en sus ojos, esos ojos de ambos que se entienden y vuelven a mirar; también son bellos en los rincones, apuesto que hasta en ellos buscó a la otra chica. Calma, ya te había dicho, hay muchos más.
Yo no sé cómo sufren los otros. Podrán compartirme su dolor, podré escucharlos, pero es mi cuerpo el que sufre con sus experiencias. Supongo que estás sufriendo, o sufriste, o sufrirás. De cualquier modo esa noche nadie te la quita, y aquella diversión a su lado, aquella danza sin sentido que los envolvió, y lo poco a mucho que lograste es tuyo; consérvalo o déjalo ir, es tu decisión, pero no pares de sonreír ¿ves? Con tu sonrisa sé que lograste algo.
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Me gusta ver cómo los ebrios son lanzados de una mesa a otra, cómo la gente escurre alcohol sobre su pareja. Me gusta ver cómo intentamos engañarnos y nos dejamos llevar por la diversión adolescente. Aquí no hay tiempo para irnos llorando, llorando la hermosa vida, sólo existe la música, alcohol, sexo y baile. Bailemos pues, ¿qué nos queda? No mucho, no hay mucho que nos quede a los jóvenes, pero bailemos, ya pagamos por esto.
Opacaste la felicidad de compartir una noche con mis amigos. Ni una más, ahora parezco una rotunda ebria: llorando en una mesa siendo consolada por aquellas personas que nunca me han abandonado. Por esto no me gustaban estos lugares, por esto y miles de cosas más odio los malditos antros, pero… ¡qué bien me la pasé! Incluso ya había hecho procesos mentales, planes mentales, personas a quien besar o mentarles la madre. Venía preparada para todo, para todo menos para ti; y te encontré. En una vivamente, hacia la salida, con tus amigos. En la otra sólo en mi mente, en ésta molestaste más. Te juro que ya no puedo cargar con tu recuerdo, y pese a todo lo que vi ambas noches tu imagen fue lo que más me gustó. Pero ya basta… ya no más.
¿De qué me sirve besar a cualquier otro idiota si no beso a la persona que quiero? ¡Basta de cigarro y vestidos apretados! ¡Estoy hasta la madre de que no me quieras y te vayas con otra! Te saqué y te tiré a la pista de baile. Bailé sobre ti, bailé electrónica sobre ti, brinqué y berreé electrónica inmundamente sobre ti, y de nada me sirvió mi cultura o mi poesía, terminé perdiéndome en su juego absurdo y en el tuyo también. Se me fue otra noche pensando en ti.
Al alba hubiera deseado vencer, pero ella, la noche, la mañana, la tarde y todo el puto día me han partido la madre. Lo muestro con mis ojeras, mis moretones y mis escritos. Aunque ahora todo parezca apuntar hacia ti, aún no está perdido. Llegarás o llegará otro. Llegarán mil primaveras e inviernos, música con ellos; mariposas y viejos recuerdos, y todos regalaremos sonrisas otra vez, pero éstas serán distintas porque confío en que habrá amor. Entonces, cuando vuelva a bailar electrónica en un maldito antro, te recordaré, y bailando sobre ti y sobre todo lo que me ha hecho sufrir, reiré.
Dedicado a los protagonistas.
martes, 19 de abril de 2011
Una ilusión mágica.
Magia es algo difícil de encontrar
aunque esté en todas partes,
yendo y viniendo por los continentes, las casas,
arrastrándose por las alfombras de los cuartos,
brincando sobre los pupitres en un salón de clases,
siendo atropellada por los coches sobre el asfalto,
cayendo desde el cielo siendo embestida por las ráfagas,
entre las personas que sin saberlo se quieren
y por las que existe, por las que comienza a funcionar.
Magia he hallado en tu persona,
en todos los detalles que habitan en tu rostro,
incluso en tus palabras o tu andar lento,
en la gravedad de tu voz que retumba en lo más hondo de mi pecho,
en los pasos que dejas o persiguen tu figura,
en el parpadeo incesante de tus ojos que no me miran,
en la fugaz sonrisa que dejas volar y espero algún día sea para mí,
en los movimientos espumosos de tus manos,
en alguna lata de refresco que tocaron tus labios,
en las plumas que has mordido o las baquetas que has roto.
Pululando a tu alrededor como oruga con alas
sin saberlo poco a poco me fui enamorando,
mis ansias han creado ilusión,
mis pensamientos te calcan en los sueños,
mi autoconservación se ha debatido entre las sábanas
y ha llegado a la conclusión de que no puede echarte;
por su propio bien aconsejé a mi corazón,
le dije que por ningún motivo debía amarte,
¡pero qué tonto es, el bastardo ha caído a tus pies!
¿Será eso una especie de pecado?
Las canciones de la radio tienen un poco de ti,
el folklor de la ciudad también,
la tranquilidad de un lindo parque,
algún día de lluvia con impermeable o no,
el bullicio del metro a la hora pico
o un café calmado en un local de Polanco,
todo parece clamar tu nombre, aquí dentro...
Entre delirios y divagos un secreto se me ha revelado,
aquel que habita en lo más bello de esta tierra
donde la magia no es una cualidad sino un estado permanente,
y entre cánticos de grillos y smog el secreto se ha mostrado:
"uno nunca sabe; demuéstrale cuánto lo quieres e inténtalo",
¿tendrán algo de ciertas estas palabras?
Tal vez debería ignorarlas, mandarlas al carajo,
pero no, mejor no, veamos si algo pasa,
si la magia hace de las suyas y te hechiza,
si mis intentos son considerados y me concedes una oportunidad,
una oportunidad para mostrarte mi capacidad de amar,
y aunque no hable francés o de brocoli sea mi intelecto,
aunque mi femineidad se encuentre desplazada y escondida,
aunque nuestros ideales sean diferentes
o nuestras vidas muy distintas, apartadas de ellas mismas,
aunque los espectaculares te digan que no existe esta magia,
que no importa nada, el sufrimiento sigue allí
y que no somos más que monos egoístas,
considéralo un día, piénsalo un rato,
tal vez descubras que efectivamente soy una idiota,
una chica infantil sin fundamentos,
o que me podría convertir en el amor de tu vida...
tal vez es ir muy lejos, volar muy alto,
construir castillos en las nubes donde no existen los cimientos,
desde donde uno sabe que la caída duele más,
pero la vida es tan compleja y el destino tan incierto
que algo me orilla a considerar estas posibilidades tan absurdas.
Te quiero Diego, pero no igual que antes,
por favor no lo compares con los primeros atisbos de mi amor,
ahora te quiero más, ya no busco impresionarte,
mi poesía ha madurado para dedicarse a ti,
sólo quiero que me veas tal cual soy
e intentes conocerme, de una forma u otra,
tal vez jamás te agrade ni me quieras,
pero habrá sido maraviloso vivir con este anhelo.
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